Columna de Opinión
El impulso que nos da
LA CRISIS
Confinamiento, salidas restringidas, equipos de protección corporal y trabajo a distancia, pasaron a ser conceptos cotidianos de esta nueva realidad, en la que hemos tenido que abrirnos camino sobre la marcha, como respuesta a la primera pandemia del siglo 21.
Dentro de este marco, es que a nivel laboral surgieron nuevos desafíos para todos: El primero, apunta a dar continuidad operacional a la organización, lo que implica comprender el nuevo escenario, visualizar las posibilidades actuales y las nuevas oportunidades que se abren, e intentar sortear aquellos obstáculos que se presentan a nivel interno y de cara al cliente. El segundo desafío, se refiere a operar eficientemente, prestando atención a todos los resultados del negocio, y no sólo al resultado final. Y el tercer desafío, depende principalmente de los lineamientos y la gestión que hagan los líderes junto a sus equipos.
Al respecto profundizaré a continuación, partiendo por la idea de que liderar la crisis va más allá de “microgestionar” una respuesta. Es decir que el líder debiera evitar entramparse en resolver problemas operativos, perdiendo de vista el marco global. En este contexto, los desafíos son múltiples:
Para liderar exitosamente, el primer ámbito es mantener una visión clara de la realidad.
Esto, por un lado, implica repensar la estrategia en función de lo que se puede lograr de manera realista, teniendo una visión a largo plazo, que permita anticipar lo que ocurrirá en los próximos meses, con el foco puesto en preparar a la organización para el cambio. Por otra parte, planteo que el líder confíe en su equipo y no pretenda controlar las acciones de cada uno. Esto significa delegar y dejar en claro a cada colaborador cuáles son las expectativas de su gestión y qué pueden esperar ellos de los demás.
El segundo ámbito que debiese considerar un líder para lograr una buena gestión, es centrarse en las personas.
Jamás debemos olvidar que el equipo humano es la fuente de ventaja competitiva más importante de la empresa. Por esto, frente a esta crisis se debe construir la resiliencia en el equipo, fomentando prácticas que promueven el sentimiento de protección, donde no sólo exista un foco en el alcance de objetivos inmediatos, sino que se fortalezcan relaciones humanas a largo plazo, mediante un liderazgo inclusivo, en el que se forme un equipo cohesionado, dónde cada colaborador comprenda cómo puede contribuir en la organización, y a su vez, sea reconocido en cada acierto que logra.
Un tercer ámbito que propongo para potenciar la gestión del líder, involucra salir de la zona de confort:
Examine las necesidades totales de sus clientes e imagine cómo puede satisfacer una mayor proporción de ellas. Fomente nuevas ideas, desarrolle nuevos productos y servicios, es más: revise y replique lo que hacen exitosamente sus competidores. Por otro lado, descubra ventajas de la situación: procure cimentar la relación con los clientes, acérquese a sus proveedores y comunique públicamente cuál es el sentido y el aporte de la organización en la sociedad.
Estoy convencido de que cuando las crisis ocurren, nos obligan a pensar. Este es el momento en que cada organización descubra su mejor versión.